Con tu permiso, hoy me voy a poner profundo. ¿Me dejas? Decía la Lupe que la vida es puro teatro y quién soy yo para llevarle la contraria y de eso es lo que quiero reflexionar.
En la vida tenemos muchos roles: familiares, personales, profesionales… Estos días pensaban que, en realidad, estos roles son los distintos registros, de este instrumento musical que es la vida: En todos ellos somos los mismos y somos distintos».
A veces parece que representamos un papel que nos parece que no es el nuestro, es lo que llaman el Síndrome del Impostor y yo, como muchos, lo he sentido en varias ocasiones:
Son esas trampas que nos ponemos a nosotros mismos ¿Has sentido este malestar? Es un pensamiento irracional, pues si empiezas a hacerte preguntas objetivas como ¿acaso no has estudiado o trabajado en ello y lo has logrado? Y aunque la respuesta es sí, ese malestar sigue allí. ¿Sabes lo que me ayudó ? El teatro.
Cuando representas un papel, por muy alejado a ti, siempre acabas conectándolo contigo, o con versiones imaginadas de ti. Muchas veces incluso te das cuenta que no te pareces a esos papeles, que representas en escena, porque en un momento dado tomaste otras decisiones que han ido conformado la persona que eres.
Como os comentaba en Para ser un buen profe, practica teatro que las artes escénicas nos ayudan a los formadores con nuestra puesta en escena: la interpretación, la voz, las tablas… Pero el teatro te hacer crecer, comprenderte mejor y a los demás. Definitivamente, os recomiendo esta actividad.
Por cierto, aprovecho para contaros que próxima semana el 23 de junio a las 19:00 en el Ateneo de la presento una obra titulada de Todo tiene un precio y hago el papel del mafioso Frankie Costello, un hombre soberbio y con muy malas pulgas, que tiene también sus porqués para ser así.¡Os espero en el teatro!